lunes, 5 de septiembre de 2011

Otra vez no, por favor.

Y mientras caminaba hacia ese edificio gris, se repetía a ella misma, no llores. No llores, por favor, no llores, joder, no llores, que no te vean llorar, no llores... Y parpadeando para que no se le escaparan las lágrimas, cruzó el umbral. Dentro había mucha gente, demasiada, y sin embargo, ella estaba sola. Completamente sola.
Subió las escaleras pensando, no llores, no llores. Llegó a aquel estudio, todo estaba oscuro, cerró la puerta, y se derrumbó. Lloró, lloró porque ya no podía contenerlo más. ¿Por qué? ¿Por qué? Otra vez no, otra vez no...
Se sintió cayendo otra vez en aquel pozo sin fondo, ya había estado una vez, y se había prometido no volver. Pero era inevitable, volvía a pasar. Otra vez, otra vez la misma historia, y ella caía y caía en la oscuridad. Pero, de pronto, paró, y allí escuchó una voz. La de un viejo amigo, y ella, con pena, derrotada, decidida a dejarse llevar, le dijo:
-Se me había olvidado cómo era todo esto. Pensé que jamás volvería a sentirme así... Bueno, supongo que ya da igual.
Él se acercó, y en un susurro, le dijo:
-Siempre fuiste una luchadora, siempre conseguiste salir de aquí, a pesar de que sabías que todo era una mentira, luchabas por ello. Y ahora que todo es verdad, ¿vas a dejarle ir?
Ella intentó decir algo, pero, él ya había desaparecido, y lo único que le quedaba era la oscuridad.
O... ¿podría volver a luchar? A luchar... por algo que juró que jamás le volvería a pasar.
-Te amo...-susurró ella misma y, escuchar eso, darse cuenta de la verdad, fue lo que más le dolió.
Volvió en si. El estudio seguía oscuro. Se levantó, y llorando, se dijo. Otra vez no, deja de llorar.