jueves, 11 de octubre de 2012

Improvisemos

Los arrebatos de amor nunca son planeados, ni las lágrimas cuando una melodía te abre cada poro de la piel y te eriza el corazón.
No hay premeditación en los sentimientos, no hay proyecto, simplemente, son, y son.
No puedes planear cuando sonreír, ni cuando cierras los ojos mientras vuelas y sientes el viento en la cara, ni cuando ponerte colorado, ni cuando vas a mover el pie al ritmo de una canción que te enamora, ni cuando vas a echar a correr de felicidad, mientras cantas y das vueltas al son de la arena.
No podemos trazar la dirección de una caricia, ni el sentido de un beso. No podemos encarcelar lágrimas incontenibles, ni prevenir despedidas. Ni encuentros...
Y si al final lo trascendente, lo vital, son las cosas que no podemos programar, ¿por qué nos empeñamos en medirlo todo? La vida no es más que un suspiro y al desenlace de este poema amargo, de esta historia que todos somos y que caerá en el olvido, solo quedan nuestros propios recuerdos.
Después de tantos planes, de tanta organización... de tantas cadenas.
Después de todo, nada.
¿Y no sería mejor simplemente... vivir?