sábado, 15 de diciembre de 2012

Sin más, acción.

Un sábado vacío, frío, las calles desiertas, y el cielo gris. No había viento.
Sonaba Sabina.
Alguien con botas militares y alma de poeta pisaba los charcos, desvaneciéndose en sus pensamientos, sin darse cuenta de su presencia...
Ella se cruzó con músico perdido y un profesor fracasado. Un mendigo soñador le sonrió desde un portal.
Era un día para aquellos que habían amado y no les habían correspondido, para aquellos que habían caído y no habían sabido levantarse, para aquellos que estaban solos, para los que vivían en la miseria y de los que nadie se acordaba, para los poetas de barrio y las princesas de callejón.
"Los pájaros visitan al psiquiatra, las estrellas se olvidan de salir..."
Era un día de esos en los que la ciudad se vuelve tétrica, real.
Era un día para los olvidados, los tristes, los perdidos... era un día de caminar sin rumbo, un día perderse en lo más oscuro del mundo, para darse cuenta de que hay más gente de la que pensamos, que siente, que ama y que muere. Un día para ver que no somos los únicos que tenemos problemas.
Pero claro, solo es un día... 
Ella volvería a casa, se sentaría en su sofá, encendería la tele, y no vería las noticias para no amargarse... 
El mundo quedaba demasiado lejos.
No volvería a pensar en el mendigo, al que no había devuelto la sonrisa... En ese que estaba en la calle de enfrente y se moría de frío en las noches de invierno... No volvería a pensar en él hasta otro día gris y melancólico, en el que se compadecería de las desgracias ajenas. Diría esa famosa frase, "Que mal va el mundo..." y sin más, sacaría su Iphone nuevo y se quejaría una y otra vez de todo lo malo de su vida, claro, ya no quedaban aquellos tacones de su talla...
También se quejaría del mundo en el que vivimos cuando viese a una familia durmiendo en la calle, pero solo eso, una queja, sin levantarse, sin gritar. Sin hacer nada.
¿Qué más da lo que pase mientras le pase a los demás?
Una pena, sí... pero no su problema. No nuestro problema, solo el de los otros, ¿verdad?


miércoles, 5 de diciembre de 2012

Arena

Frente al viento pensó en ella, frente al viento respiró las palabras que salían de sus dedos, de su amor... Frente al viento la vio.
La poesía se enredaba en su pelo, hecho de versos, hecho de música. La luna dormía en su sonrisa, y el mar de su piel se perdía en la magia de cada parpadeo.
Era libertad encerrada en un reloj sin pilas. Era un sueño guardado en una caja de música, en la que una bailarina da vueltas y vueltas sin parar, incluso cuando le cierran el cielo sobre sí. Era una sirena en las cascadas de mis pensamientos y un hada en las ondas del mar. La magia en un tarro de arena negra, y la verdad en las páginas de una libreta azul.
El amor y el sentimiento en una lágrima cuando amaba hasta morir. La vida y la muerte en cada paso del ritmo, las vueltas en cada acorde de aquella vieja canción, el baile en la brisa...
Era arena. Arena, arena dorada y libre.


lunes, 5 de noviembre de 2012

Redacción

Algún día diré todo lo que realmente pienso, algún día escribiré todos los versos que llevo tatuados en el corazón y lloraré todas las lágrimas que siento. Algún día me escucharéis gritar todas las injusticias que se me atragantan y aprovechar todos y cada uno de los segundos de un minuto. Algún día me veréis realizar todos y cada uno de mis sueños y podréis escucharme cantarle a la vida y a sus mil maravillas...
Al mundo, a la naturaleza...
¿Cómo algo tan increíble puede ser real? ¿De verdad pensáis todavía que hay ilusiones imposibles?
Pues daros cuenta de que no podéis coger ni ver el viento, pero podéis sentirlo y sabéis cuando está ahí. Fijaos bien en todo lo que os rodea, pensad y preguntad... ¿Cómo es posible? ¿Cómo son posibles el mar, el aire, la música y la poesía? ¿Y las mariposas? ¿Y la arena?
Hacedlo algún día y algún día lo haré yo también. Lo haré todo. Y algún día os lo contaré, y cuando lo haga, veréis quién soy realmente, y lo veré yo también. Y me haré, poco a poco. Y poco a poco, algún día, después de haber hecho todo lo que siento, me daré cuenta de que nunca nadie llega  a ser uno mismo completamente.
¡Que pena que existan las cadenas! Que pena que a veces tengamos que mordernos la lengua, que a veces tengamos que contenernos para no hacer daño... Y eso, al final, será quienes somos, nos lo enseñará, porque dado que nunca somos libres del todo, lo que hagamos frente a ello, las decisiones que tomemos y nuestros actos también nos harán a nosotros.
Y por fin, después de todo, seremos quienes somos.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Eleanor Rigby

Era un día gris, y allí estaba yo, en mi sitio favorito: La biblioteca.
Sentada en mi mesa de siempre, entre dos estanterías, poesía, teatro y biografías...
En mi sitio de siempre, a la derecha, frente a la ventana.
Era otoño, fuera llovía y el cielo estaba cubierto completamente por unas nubes que auguraban lluvia. El viento movía los colores otoñales que llevaban puestos los árboles, y se llevaba las hojas a algún lugar desconocido, más allá del tiempo...
Y ese día, olía a café. Sí, la biblioteca olía a café molido, recién hecho, a mañana... a despertar.
Café, libros y otoño... y yo, en el paraíso.
Entonces, mientras me perdía en algún lugar, una chica se sentó delante de mí. Era... era rubia, rubia arena... y tenía unos ojos enormes, y rojos, como si hubiera acabado de llorar...
Me sentí rara, la soledad y el desorden se le reflejaban en la piel, la inseguridad, la tristeza... y sin embargo, estaba tranquila, como si ya lo hubiese aceptado, como si se hubiese resignado a vivir entre las sombras incluso estando expuesta a la luz, a pasar desapercibida, incluso estando delante de tus ojos.
Empezó a sacar un montón de hojas, sin orden, y me fijé en su letra. No era más que un garabato impreciso, una raya efímera de nada, el nerviosismo escrito y mostrado, el caos de la soledad... También sacaba todo el rato un pañuelo del bolsillo, y respiraba como si a cada segundo algo la estuviese asfixiando por dentro, como si se hubiese quedado atrapada entre el aire y el viento.
Hubo un momento en el que me miró, y ambas sonreímos, y me fije en sus ojos. Azules oscuro, los más increíbles que había visto desde... y me recordaron a los de cierta niña que conocí hace tiempo... quizás fuese la misma, tenía que ser ella... que ya había crecido y que ya había abandonado...
No dijimos nada, cada una siguió a lo suyo, pero en un instante, en un simple reflejo, vi en sus ojos un "No soy lo que todos pensáis".
Entonces, se me vino a la cabeza la letra una canción... Eleanor Rigby, de los Beatles. 
Concretamente, unos versos...
"All the lonely people... where do they all come from? All the lonely people... where do they all belong?"
¿De donde viene? ¿A donde pertenece? Quizás Paul McCartney también la hubiese conocido.
Se sacó las gafas, dobló el paño, y guardó todo en su carpeta con extremo cuidado, despacio... como si todo fuese de cristal, como si fuese a romperse, como su alma. Como su sonrisa, y su piel de porcelana... estaban desgastadas, abandonadas... muertas.
Como ella.

jueves, 11 de octubre de 2012

Improvisemos

Los arrebatos de amor nunca son planeados, ni las lágrimas cuando una melodía te abre cada poro de la piel y te eriza el corazón.
No hay premeditación en los sentimientos, no hay proyecto, simplemente, son, y son.
No puedes planear cuando sonreír, ni cuando cierras los ojos mientras vuelas y sientes el viento en la cara, ni cuando ponerte colorado, ni cuando vas a mover el pie al ritmo de una canción que te enamora, ni cuando vas a echar a correr de felicidad, mientras cantas y das vueltas al son de la arena.
No podemos trazar la dirección de una caricia, ni el sentido de un beso. No podemos encarcelar lágrimas incontenibles, ni prevenir despedidas. Ni encuentros...
Y si al final lo trascendente, lo vital, son las cosas que no podemos programar, ¿por qué nos empeñamos en medirlo todo? La vida no es más que un suspiro y al desenlace de este poema amargo, de esta historia que todos somos y que caerá en el olvido, solo quedan nuestros propios recuerdos.
Después de tantos planes, de tanta organización... de tantas cadenas.
Después de todo, nada.
¿Y no sería mejor simplemente... vivir?


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Tú mismo

Llovía. Las gotas golpeaban la ventana de su cocina y su ruido se acompasaba con el de las agujas del reloj. Formaban una melodía extraña.
El tiempo lloraba y dolía, pero nunca dejaba de pasar. Aunque ahora ya le daba igual.
En realidad, no le estaba prestando atención, simplemente, miraba como aquel cigarro se consumía poco a poco en su mano, y como aquel café se enfriaba en una vieja taza de porcelana, que había sido de su abuela...
Cuando pensó en su abuela notó un nudo en la garganta, sabía que no le gustaría en lo que se había convertido, sabía que la defraudaría, ni siquiera se gustaba a ella misma, de echo, ya no le gustaba nada, no, ya no le prestaba atención a nada...
Simplemente, estaba por estar. Ausente e impasible a todo.
Pero otra vez, ignoró sus pensamientos, ignoró esa sensación de vacío, como ya estaba muy acostumbrada a hacer. Demasiado, quizás ya no hubiese remedio...
Quizás ya no tenía emociones, igual que no tenía metas, igual que no tenía razones para levantarse por la mañana, para quitarse el pijama...
El gato se subió a sus rodillas, ella lo miró y lo acarició por inercia, no eran caricias de cariño, solamente pasaba la mano por su pelaje, como estaba acostumbrada a hacer, porque sí. Solo porque sí. Como todo. Como respirar.
El gato lo sabía, el gato estaba triste, pero no podía hacer nada más que intentar atraer su atención con algún que otro maullido, con algún ronroneo, sin conseguirlo.
Tarde o temprano, también se acabaría contagiando de su apatía.
Entonces, una canción entró desde fuera, conocía demasiado bien esa canción...
Un piano... Hacía ya mucho que no tocaba el piano, estaba allí en el salón, cubierto de polvo, viejo, descuidado, desafinado. Seguramente se le había olvidado. Igual que se le había olvidado escribir. Ya no sabría coger un bolígrafo y llenar páginas y páginas de una libreta, de una de sus libretas de escribir, de esas que ahora yacían en una caja de los recuerdos, en algún rincón olvidado de su armario. Todas sus palabras, todos sus pensamientos, su vida, estaba allí encerrado, junto con sus partituras...
Todo lo que le había importado alguna vez, todo lo que la había hecho sentir, estaba guardado, en un rincón, viejas fotos, diarios, discos, libros... todo.
Recordó como su vida, como ella misma, había desaparecido, como se había ido tras un coche un día gris, y como, desde aquella, simplemente, estaba por estar.
Por un momento, quiso levantarse, romperlo todo, y volver, volver. Gritar y ser.
"¿Quién mueve los hilos para volver a empezar?" -se preguntó. Desgraciadamente sabía de sobras la respuesta, pero esa sensación desapareció tan rápido como vino, no se sentía con ánimos de volver a luchar, estaba cansada, quizás mañana...
Le gustaba mucho mentirse a si misma.

jueves, 16 de agosto de 2012

Quizás todos estemos equivocados.

Quizás el mejor lugar sea el viento.
Lejos de cielo, mar y tierra. Lejos de todo lo que conocemos, o lo que creemos conocer.
Lejos, simplemente, lejos.



viernes, 25 de mayo de 2012

Días

Caía en el vacío, cada vez más ausente, cada vez más lejos... Apoyada en aquella ventana, mientras observaba la niebla que cubría aquel día lleno de nostalgia, se alejaba del mundo real. Poco a poco. Elevándose con cada nota de aquel lejano piano...
Sonaban aquellas canciones, aquellas que hacía tanto tiempo que no escuchaba. Y con cada acorde, traían un recuerdo, y con cada silencio, una vieja duda. Un viejo fantasma.
Una vieja mentira.
No distinguía el cielo de la tierra, todo era gris. No había lluvia, no hacía frío. Solamente la niebla cubría cada rincón, y el viento, soplaba más fuerte que nunca.
Y de pronto, la canción subió, 1, 2, 3... Arriba. La canción empezó a acelerar. Miles de arpegios sacados de la historia más trágica del mundo, llenaron aquella habitación poblada de tormentas, aquella habitación que la oprimía... Y de pronto, ella empezó a llorar. La ventana se abrió de repente, dejando entrar el frío, y el aire... Y se puso a llover, llovió y llovió. Y ella lloró. Lloró todo lo que tenía dentro, le gritó al viento todas y cada una de esas cosas que nunca había dicho, todas y cada una de esas cosas que pensaba cada vez que tocaba las teclas de su viejo piano. Gritó, gritó y aquel laberinto de pensamientos sin sentido que le encadenaba los ojos, se fue deshaciendo poco a poco, y mientras la canción bajaba, y se iba volviendo más lenta, todo se calmaba, y con el final, con aquella última y delicada nota, el viento se llevó la última lágrima, dejando un suspiro tras de si, y cerró la ventana.

Pensó, pensó y nunca dijo.

Una sensación de libertad recorrió su cuerpo, a pesar de que ya había aceptado que nunca somos libres del todo, pues siempre hay límites, siempre hay ataduras...
Siempre hay sentimientos.
Pensó en aquello que una sirena le había dicho una vez: "Siempre pensamos en el cielo como en la libertad, como en una posibilidad de escapar... Pero ni siquiera él es libre, está condenado. Condenado a ver siempre amanecer el Sol por el mismo sitio, y anochecer la Luna por el contrario... Siempre"
¿Qué significa ser libre?- pensó- Ya está todo inventado y catalogado, ya no se necesita nada más que caminar por el camino marcado, no pensar. Se hace lo que se dice que"se debe", y quién se sale de la senda no es bienvenido. Lo que se debe, lo que no, y en los mejores y más raros casos, lo que se quiere.
Pensó en que eso era la libertad, vivir la vida tal y como uno quiere, pero sin perjudicar a nadie más. Ninguna persona es superior a otra, nadie está por encima de nadie, y cuando antes entienda eso el mundo, todo irá mucho mejor, todo cambiará...
Pensó en que la libertad era una sonrisa.
Una sonrisa que contesta a otra, y un brillo en los ojos.
La libertad...

jueves, 10 de mayo de 2012

Visitas

Olía a verano, por fin, después de tantos días de intensa lluvia, llegaba. Llegaba el Sol y su aire caliente, el olor a mar y a hierba recién cortada.
Caminaba yo por las decadentes y encantadoras calles de aquella vieja y abandonada ciudad, donde los coches paraban para dejar pasar a un gato que paseaba a la sombra... Me encantaba. Me encantaba vagar por ella, dejarme llevar por sus callejones, callejuelas y barrios escondidos. Entre esas casas misteriosas...
Adoraba aquella ciudad.
Nadie lo entendía... Pero me encantaba, porque cada día, si te fijabas bien, encontrabas nuevos lugares. Nuevos lugares para tomar el Sol, para ver amanecer y anochecer, nuevos lugares para pasear, descansar y escribir. Si te fijabas bien, encontrabas cada día nuevas casas abandonadas que explorar, nuevos tejados a los que subir, una ventana fugitiva en la que nunca habías reparado, un balcón con flores, una casa escondida tras un árbol, un sitio nuevo para esconderse, un nuevo edificio, una puerta abierta hacia los secretos de una vieja casa...
Sonreía mientras danzaba por aquel recóndito lugar perdido, y de pronto, aparecí frente a mi antiguo colegio. El viento sopló una caricia, suave, y un olor a campo, a juegos y a sueños, llegó hasta mí... Sonreí, respiré, y me asaltó el recuerdo de aquellas fantasías infantiles. Seguía siendo igual de ingenua y soñadora a pesar de todo.
Me quedé allí un buen rato, mirando aquellas clases encantadas de risas y colores, aquel parque, la pista y el campo donde solíamos jugar, donde inventábamos mil y una historias. Nuestro árbol... El sauce llorón que había guardado nuestros secretos durante tantos años.
Un suspiro recorrió mi corazón y una lágrima inundó mi cuerpo. La nostalgia y la felicidad pasadas volvían a invadirme... Decidí despedirme con un "Hasta pronto" y seguir con mi camino sin rumbo. Y de pronto, absorta en mis pensamientos, casi sin darme cuenta, llegué al puerto. Decidí quedarme, un rallo de inspiración iluminaba mis ojos, necesitaba coger un bolígrafo.
Ya había ajetreo a aquellas horas de esa dulce mañana, y algunos marineros que preparaban su barco para zarpar, me saludaron. Claro, al fin y al cabo, yo era la loca que siempre iba a escribir a uno de sus muelles.
Sentí la brisa en la cara y suspiré. Los rizos por un momento me taparon la visión...
La marea estaba más alta que de costumbre, y, como siempre, se me partió el alma al ver en aquel sitio mágico el agua tan sucia... Nunca podría asimilarlo. Pensé en que algún día haría algo por ella.
Caminé hacia mi pequeño rincón de los sueños. Me saqué la mochila, me senté y me puse a escribir...
Por primera vez en mucho tiempo, la inspiración vino a visitarme. Y allí estuve, sin darme cuenta de los pasos de las agujas del reloj, sin darme cuenta de nada más que las palabras que fluían por mí, el calor, el sonido del mar, y el viento en la cara... Hasta que de pronto un barco salió del puerto, y unas olas movieron aquellas tablas de madera donde estaba sentada. Miré el reloj y me di cuenta de lo tarde que era, y de que me dolía la muñeca. Decidí recoger, e irme. Ya había acabado la historia que necesitaba liberar, que necesitaba escribir, esa que salía de dentro de mí, y ahora, las palabras necesitaban descansar...
Me levanté y contemplé el paisaje desde allí. Los barcos blancos y azules, y el puerto a juego con ellos. Las palmeras, aquel muro tan alto del baluarte, las terrazas, y el mar...
Y pensé, que dijeran lo que dijeran, en todo el universo, no había mejor sitio que aquel para pasar el verano. Donde el viento habla, el Sol arropa y todo es encantador.

sábado, 31 de marzo de 2012

Esto es Nunca Jamás





¿Que solo es un perro? Portos sueña con ser un oso y tú quieres hundirle diciendo que sólo es un perro... 
Es como si decimos que alguien no puede escalar una montaña porque solo es un hombre. 
O que no es un diamante, solo es una piedra... 
SOLO...




Sólo hay que creer


Después de tantos días perfectos, empecé a creer de verdad que toda la vida sería así



Cuando se atisba un resquicio de felicidad, siempre hay alguien que quiere destruirlo.







- Eres muy importante para mis hijos. Sobre todo para Peter. 
- Me parece que Peter trata de crecer demasiado deprisa. Me imagino que cree que a los adultos no les afecta tanto como a los niños cuando pierden a un ser querido... Yo perdí a mi hermano David cuando tenía la edad de Peter. Eso casi acaba con mi madre. 
- James, lo siento mucho... Tu pobre madre, no puedo imaginar lo que es perder a un hijo. 
- Ya, pasó meses sin levantarse de la cama. No comía. Lo probé todo para hacerla feliz, pero sólo pensaba en David. Por eso, un día me vestí con la ropa de David y me acerqué a ella. 
- ¡Le darías un susto de muerte! 
- Creo que esa fue la primera vez que se decidió a mirarme. Y ese fue el fin del niño que fue James. Solía pensar que se había ido al País de Nunca Jamás. 
- ¿Dónde? 
- Nunca Jamás, un lugar maravilloso. Nunca le había hablado a nadie de esto, nunca. 
- ¿Cómo es Nunca Jamás? 
- Un día te llevaré


-Ellos lo notan, ¿sabes? No puedes seguir fingiendo.
-¿Fingiendo? Tú trajiste la ficción a esta família, James. Nos enseñaste que se pueden cambiar las cosas sólo con creer que son distintas.
-Muchas cosas sí, Sílvia, no todas.
-Salvo las que importan. Hemos fingido durante cierto tiempo que tú formas parte de esta família, ¿no es así? Has llegado a significar tanto para nosotros,que... ahora, da igual si eso es verdad... Porque aunque no lo sea, aunque eso nunca sea posible... necesito seguir fingiendo... hasta el final... contigo.

"Aplaudid si creéis en las hadas"

Cuando el primer niño rió por primera vez, su risa se rompió en mil pedazos que saltaron por los aires en todas direcciones, y así fue como aparecieron las hadas. Por eso debería haber un hada para cada niño y cada niña. Aunque hoy en día los niños saben tantas cosas que dejan de creer muy pronto en las hadas, y cada vez que un niño dice "yo no creo en las hadas", en alguna parte cae muerta un hada.



Esto es Nunca Jamás
¿Hasta dónde te llevará la imaginación?



martes, 27 de marzo de 2012

Esto es amor


Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso.

No hallar fuera del bien centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso.

Huír el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor suave,

olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,

dar vida y el alma a un desengaño,

esto es amor: quién lo probó, lo sabe.

domingo, 11 de marzo de 2012

Días de vivir... vuelven de nuevo.

Tan solo éramos unos niños...
El invierno se nos hacía duro y demasiado largo. Pero de pronto, un día cualquiera, llegaba la primavera, llena de sensaciones que ya habíamos olvidado. Trayendo los buenos recuerdos de tiempos pasados, y momentos todavía mejores. De repente, después de mucho esperarla, sin avisar, un día, te levantabas de la cama y sabías que había llegado...
Lo sabías porque el cielo era más azul que nunca, y el Sol, brillaba en lo más alto. Porque ya había miles de margaritas y campanillas poblando el suelo. Porque la hierba era más verde, el viento más suave y fresco, el mar más azul y los árboles cada día estaban más bonitos... Todo estaba más bonito.

Todo era más tranquilo, caluroso y alegre. De pronto, veías a los pájaros volar de un sitio a otro, libres en el cielo, sin rumbo... acompañados de las mariposas. Y los oías cantar, cantar canciones compuestas para ese prólogo de verano. De repente tenías ganas de ir a la playa, de ponerte pantalones cortos y tomar helados. De repente todo estaba bien, ya no había problemas, todo era perfecto. Solo había ganas de pasarlo bien, risas, libertad y sensaciones acompañadas de canciones, que luego escucharíamos todo el año, recordando aquellos días...
Días de enamorarse, días que quedan marcados para siempre... Días de vivir.


Regálame una sonrisa con sabor a viento


- Al final vivimos para recopilar recuerdos

viernes, 24 de febrero de 2012

¿Difícil?

Difícil es ver como ella muere poco a poco.
Difícil es ver como su piel, antes morena como el cacao, cada vez se vuelve más y más pálida. Hasta el punto que parece tan frágil como el papel, casi transparente...  Difícil es ver como los ojos amarillos más bonitos del universo, los ojos más profundos y cambiantes, que siempre eran un foco de luz en la oscuridad, que siempre eran tu salvación, se vuelven inexpresivos, mientras se apagan cada día más. Difícil es ver como la fuerza con la que lo afrontaba todo se desvanece despacio, con su vida. Aunque su valentía permanezca.
Difícil... Difícil es escuchar como su voz, la que te da los buenos días todas las mañanas como una caricia del viento, la que te susurraba un "Te amo" y todo se volvía más fácil, se quiebra. Se rompe como las alas de un pequeños pajarillo que volaba libre. Y un día, de pronto, la voz más preciosa del mundo, en bajo, con un hilo de susurros que suenan como un cristal roto, te dice: "Me voy a morir"
Difícil es saber que hacer en ese momento. Difícil es decirle que todo va a ir bien, cuando sabes que no la puedes engañar, difícil es no echarse a llorar.
Difícil es sentir como el corazón que aunque no fuese tuyo te daba la vida, deja de latir, lentamente.
Difícil es no volverse loco en ese momento, no romper en mil pedazos y morir también.
Difícil es estar con ella cada día, sonriéndole, cuando ni siquiera tienes fuerzas para parpadear.
Difícil es estar haciendo como que no pasa nada, hablando de todo, por miedo a que gane el silencio, y todo se desmorone.
Difícil es que ella no quiera pasar el tiempo que le queda en el hospital, encerrada entre cuatro paredes blancas, pues ella es libre y lo será hasta el final. Difícil es que quiera vivir contigo sus últimos días, haciendo lo que hacíais siempre, amándoos hasta el infinito. Difícil es que quiera morir en tus brazos y que tú no tengas valor para negarte a nada, porque además, en el fondo, tampoco quieres hacerlo. Porque también quieres estar con ella hasta el final, y a ser posible, morir también. Porque aunque amabas la vida, la amabas más a ella, y ahora, ya no crees en nada.
Difícil es darle las buenas noches, decirle que la amas, dormiros sonriendo, esperando otro día juntos y que a la mañana siguiente ella no se despierte.

Sí. Eso es difícil.

Eternamente efíemeros

Cuenta aquella vieja historia, que eso era amor. Amor en estado puro, amor de verdad. Sincero, dulce, y de los que duelen. Porque si algo duele, importa. Es extraño... A quién odiamos, quién nos odia, jamás podrá hacernos tanto daño como alguien a quién amamos. Aquel cuento contaba una historia normal y corriente, como la de cualquiera de nosotros, sin embargo, diferente y única. Como todas. Ninguna historia es igual, ni siquiera, la misma. Todo depende de quién la cuente, de a quién y de como la quieran entender.
Cada historia es distinta, libre, cambiante y solo los protagonistas saben la verdad.  Los reales y los imaginarios. Aunque lo imaginario es real. Y lo real es imaginario. Pero, como se suele decir... esa es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión.
Todo esto es como la música... Nadie sabe la intención del compositor al poner una síncopa , nadie sabe lo que sentía con cada nota y cada silencio. Solo sabemos lo que sentimos nosotros al tocar o escuchar esa canción. Y quizás podamos intuir lo que quiere decir el que la toca...
¿Me estoy desviando, verdad? Bueno... Es que esta es mi historia, y yo la cuento así. Pero también, a la vez, es la de todos y cada uno de vosotros. Es cambiante como el silencio, y solo cada uno sabe su propia verdad.
Esta historia trata de ... llamémosles Ella y Él. ¿Él y Él? ¿Ella y Ella? ¿Tú y Yo? Qué más da...
El caso es que se conocieron,conectaron, rieron, se amaron en silencio, a gritos, discutieron, se fueron, lloraron, se echaron de menos a cada segundo, volvieron, fueron felices... y así, hasta el final. No es una historia perfecta, o quizás, sí. Porque la vida no es un gran cuento de hadas, o quizás, sí...
Con caballeros, príncipes, ogros, villanos, héroes y antihéroes. Bufones, payasos, actores, directores, cuervos y mariposas. De todo. Hechizos, canciones, fiestas, entierros, batallas, pérdidas, muerte... Vida. Sueños.
Pero lo cierto es que sí hay finales felices. Muchos otros no... demasiados. Pero no estoy aquí para hablar de eso. Solo para contaros esta historia de todos y de nadie, y deciros que tuvo un buen final. La mía por lo menos. Pues Él y Ella, fueron, son y serán, eternamente felices. Efímeramente eternos.
Ahora vosotros podréis contar lo que queráis sobre esta historia, sobre la vuestra, sobre la de quién sea. Y acabará bien o mal, o simplemente, igual que esta, no acabará.
Y todas serán distintas aunque hablen de lo mismo. Y todas serán iguales aunque hablen de cosas distintas. Y todas serán verdad, y todas serán mentira. ¿Acaso importa? Algún día alguien las contará, diferentes, por supuesto. Quizás estén contando lo mismo que vosotros, y ni siquiera sepan de la existencia de vuestra historia. Quizás intenten contar lo mismo y no se parezca en nada. Pero... ¿qué más da?
Escribid y contad como amasteis hasta morir, y seréis eternos.

¿Y ahora qué?

Él le dijo adiós... "Adiós para siempre, pequeña" Y allí se quedó ella, parada en medio de la calle, intentando despertar. Intentando asimilar algo que ya sabía desde hacía tiempo, pero que se había negado a aceptar.
Era una persona que siempre luchaba hasta el final, hasta que todo estaba perdido... a veces, incluso un poco más. Y ahora... no podía creérselo. Se iba, se iba... de verdad. Ya no había remedio, no había nada que hacer, ya no... Ya no. Y allí seguía ella, sin moverse, mirando al infinito vacío. Mirando nada, mirando todo. Viendo como sus sueños se hacían añicos, viendo como todo lo que quería se desmoronaba poco a poco, se rompía como el cristal, y los trozos se le iban clavando, cada vez más profundamente, en el corazón.
Y no podía reaccionar, no conseguía pensar, moverse, llorar, gritar... nada. Nada. Todo estaba vacío, lleno de ruido, de emociones que no sabía como interpretar, de dolor, de palabras sueltas, de espirales, de vueltas... de nada. Confusión. Nada. Todo. Nada.
Y de pronto, una lágrima fugitiva...
Levantó la mano, despacio, casi a cámara lenta, y la cogió. La miró, son creérselo. Allí estaba, aquella primera lágrima, aquella pequeña gota de agua salada hecha de cristal, a más dolorosa... Y algo se le clavó en el estómago. Otra lágrima. Y por un momento se sintió aliviada. Pero solo por un momento. Después volvió a bajar los ojos hacia sus manos, que temblaban, a mirar la lluvia que había caído de sus ojos y... dio media vuelta y caminando como si le pesara el aire, se alejó, sin mirar atrás, despacio. Muriendo. Desapareciendo. Decidida a irse para siempre... mientras se preguntaba: ¿y ahora qué?

viernes, 27 de enero de 2012

It's time. Carpe that fucking diem.

Ahora es el momento. El momento de cantar hasta quedar afónicos y bailar hasta enloquecer. El momento de dejar todas las preocupaciones atrás, de emborracharnos hasta caer, de correr hasta quedarnos sin aliento. Es el momento de pasarlo bien de verdad, de ser egoístas y de hacer únicamente lo que nos salga del corazón. Es el momento de hacer lo que nos gusta de verdad, lo que nos hace felices. Es el momento de amar hasta morir, reír hasta ahogarse y de soñar hasta el infinito. Es el momento, es nuestro momento, y a partir de ahora nada importa más que ser feliz, y tener una sonrisa en la cara las 24 horas del día.

Vamos, levantaos del sillón, de la cama, sacaos el pijama, esas caras largas y salir a la calle. Mirar el cielo, despejado y brillante, o lleno de nubes, da igual. Siempre es azul a pesar de todo. Sentid el viento, la brisa, el aire... cerrad los ojos y respirad. Después, coged el teléfono, llamad a quién queréis, a quién os quiere, con quién pasáis los mejores momentos y que os de igual todo. Llamad a vuestros amigos y salid de fiesta, que el día es corto y la noche es joven. Hasta que el mundo se desgaste. La vida, son dos días y ya vamos por el segundo. Vamos allá.
Ahora, simplemente, Hakuna Matata, y ya está.

Pianistas inconformistas

"Se subió al muro, sonrió, dijo adiós y..."
Despertó. Vaya pesadilla más rara..
Se levantó de la cama, subió las persianas y miró por la ventana. Qué buen tiempo hacía.
¿Qué día era? 12 de Octubre. Uhmmm... sonrió y encendió la radio.
"I just called... to say... I love you"  No podía ser... ¿En serio? Reprimió una carcajada y se puso a cantar.
Ella jamás se rendiría.
                                                                      Eva, Candela, Martín