viernes, 24 de febrero de 2012

¿Y ahora qué?

Él le dijo adiós... "Adiós para siempre, pequeña" Y allí se quedó ella, parada en medio de la calle, intentando despertar. Intentando asimilar algo que ya sabía desde hacía tiempo, pero que se había negado a aceptar.
Era una persona que siempre luchaba hasta el final, hasta que todo estaba perdido... a veces, incluso un poco más. Y ahora... no podía creérselo. Se iba, se iba... de verdad. Ya no había remedio, no había nada que hacer, ya no... Ya no. Y allí seguía ella, sin moverse, mirando al infinito vacío. Mirando nada, mirando todo. Viendo como sus sueños se hacían añicos, viendo como todo lo que quería se desmoronaba poco a poco, se rompía como el cristal, y los trozos se le iban clavando, cada vez más profundamente, en el corazón.
Y no podía reaccionar, no conseguía pensar, moverse, llorar, gritar... nada. Nada. Todo estaba vacío, lleno de ruido, de emociones que no sabía como interpretar, de dolor, de palabras sueltas, de espirales, de vueltas... de nada. Confusión. Nada. Todo. Nada.
Y de pronto, una lágrima fugitiva...
Levantó la mano, despacio, casi a cámara lenta, y la cogió. La miró, son creérselo. Allí estaba, aquella primera lágrima, aquella pequeña gota de agua salada hecha de cristal, a más dolorosa... Y algo se le clavó en el estómago. Otra lágrima. Y por un momento se sintió aliviada. Pero solo por un momento. Después volvió a bajar los ojos hacia sus manos, que temblaban, a mirar la lluvia que había caído de sus ojos y... dio media vuelta y caminando como si le pesara el aire, se alejó, sin mirar atrás, despacio. Muriendo. Desapareciendo. Decidida a irse para siempre... mientras se preguntaba: ¿y ahora qué?

No hay comentarios:

Publicar un comentario