viernes, 30 de septiembre de 2016

When you feel so tired but you can't sleep



Hay días en los que te acuestas mirando al techo y pierdes la noción del tiempo. 
Ni siquiera escuchas música, te quedas sin ganas, no eres capaz de cerrar los ojos, ni de distraerte con nada... Pero tu corazón no deja de latir a mil por hora y te duele el estómago. 
De pronto, te atrapan todos los pensamientos que evitas poner al sol, como si sugirieses que durante el día no existen, como si pudieras olvidar aquello en lo que piensas cuando dejas la mirada perdida. Como si hubieses creído que nunca iban a volver.
Las cosas se vuelven más pequeñas a tu alrededor, excepto la angustia, que crece en tu pecho como agua derramada, como una mancha de tinta sobre papel.
La sombra de todo aquello que añoras se tiende a tu lado y te abraza. Te recuerda todos los errores, las palabras a deshora, los cabos sueltos... Que no hay nadie más en la habitación. Te revuelves un poco, pero no te suelta. 
Ponte cómodo porque esta noche no vas a dormir.
Y ante todo eso, te preguntas ¿por qué? Pero tú no sabes que respuesta darte. O al menos, no quieres saberlo, y respiras hondo, tratando de pensar en otra cosa... pero no puedes. Eres incapaz de escapar a esa telaraña de recuerdos tristes, de decepciones continuas. De vacíos.
La luna sabe, igual que tú, que a ella no puedes mentirle, que en el fondo sabes la verdad, y que no vas a poder escapar de ella. Te acabas dejando llevar e intentas encontrar explicaciones y soluciones que quizás ya no tengan importancia o remedio. 
Pero qué demonios, después de todo, no lo vas a dejar pasar esta vez. Después de todo, no te queda otra opción que no sea seguir adelante con el paso firme, la cabeza alta y sin miedo. Porque no vas a volver a quedarte con las ganas.
Los milagros no existen, pero nosotros sí.