Sinuoso narcisismo el de la luna, que sabe quién es, pero no lo reconoce, y se hace la despistada con la mirada perdida en el horizonte.
Solamente se deja caer, reflejándose en el agua, acariciando la piel de las flores
y las musas.
Despacio.
Sinuoso narcisismo el de los dioses, el de las esculturas griegas y sus concursos de inspiración.
El del viento y la brisa, que únicamente cuando hay tempestad muestran su verdadero poder.
Y los dioses se muestran en su venganza, y la luna reinando llena en el cielo.
Como los poetas en el amor.
Rebelde narcisismo el de las rosas y el mar. Altivos. Fuertes.
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