domingo, 7 de abril de 2013

Puertas

Una librería, todo en silencio. Solamente se percibía el pasar de las páginas en el aire.
Todo en calma, hasta que de pronto, comenzó a oírse...
Era la banda sonora de un sueño. El grito de un deseo, el cumplimiento de una ilusión. El triunfo de la imaginación sobre todo aquello que se hacía llamar "real". La vida escrita en eternidad. Recuerdos para siempre guardados. Memorias.
Surgía de los libros, nacían notas y brotaban poemas que contaban historias imposibles sobre hadas y duendes. Cantos a la locura, matemáticas y crímenes. Sospechas, castigos, orgullo... y prejuicio.
El viento entró rugiendo por unas ventanas invisibles, y trajo consigo odas a la libertad y a la vida. Ganas de luchar por algo mejor, rugidos de leones, caminos duros.
Repentinamente una leyenda sobre antiguos dioses, se cruzó con un caballero de la tabla redonda y dio la vuelta a aquel globo terráqueo, que estaba sobre una estantería con la etiqueta de "Historia del cine".
Más allá de aquellas cubiertas roídas en el otro extremo de la sala, había millones de aventuras que superaban las barreras de quienes se limitaban a existir, salían miles de explicaciones sobre el comportamiento humano, narraciones de guerra y muerte, versos de angustia, y cartas de suicidio, que eran iguales a las de amor. Y amor... Sentimientos.
Ríos y nubes brotaban de las páginas en las que se grababan mapas, cumbres borrascosas, bosques de algas, acompañados de los más altos árboles.  Más de cien mil mundos por estantería.
El mar recorría el techo, un barco pirata entró montado en un fuerte huracán, y al abordaje.
Y fuera, nadie se daba cuenta.

Increíble, en unas hojas grabadas con tinta, estaba el mundo. Estaban allí todos los universos infinitos. Estaban los buenos, los malos, los traidores, los perdonados... Las brujas, los mentirosos, las valientes.
Canciones tristes de momentos intensos, canciones felices de algunos finales.
Libros, libros y libros. Millones de firmamentos y de lugares distintos en una misma habitación, miradas escondidas en prosa, más personajes de los que podamos imaginar, historias... y todas en la misma estantería.
Allí. El infinito estaba allí. Solo había que abrir las cubiertas y empezar a leer...

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