domingo, 7 de abril de 2013

"Siempre estaré a tu lado" y otros cristales


Quizás nos vayamos mañana, la muerte es tan impredecible como inevitable... El viento se lleva los secretos de miles de cenizas a cada segundo, melodías de atardeceres que nadie volverá a recordar.
Nos iremos sin haberlo pensando, y tras nuestra sombra dejaremos un suspiro de cosas que nunca dijimos, de recuerdos que aún hoy nos ponen la piel de gallina, pero que el orgullo nunca supo valorar, de arrebatos arrepentidos porque no pensamos que quizás y solo quizás, podríamos morir algún día.
Olvidamos todo, y lo dejamos cubrirse de polvo por unas palabras dichas en un momento inoportuno...
Y ahora, solo nos quedan 30 centímetros de soledades entre nosotros todas las mañanas, echarte de menos las 24 horas del día, temblores de manos en los momentos adecuados, en los que sabemos que solo el otro podría entender esos parpadeos. Deseos reprimidos por situaciones, ganas de decirte algo arrebatadas por el dolor, esquivarnos la mirada y darnos la espalda, rompiendo cada vez más los trozos que quedan de aquel vínculo invisible. Sin salvación. Ya no hay pegamento que valga. El tiempo pasa, y no pasa en vano.
Aunque en el fondo, al final no importe. Como al principio.
Ahora solo queda esa sensación amarga en el estómago, otra vez la sensación de pérdida en lo más profundo de una oscuridad que nunca se va, buscarte entre las sombras para solamente saber que estás ahí, y esconderse, para que jamás sepas que pase lo que pase, yo siempre mataré monstruos por ti.
Sin que te enteres, desde lejos, en susurros, para que esa sonrisa siempre brille.

"Quería dejar de lado todo lo que era la vida, para descubrir, en el momento de la muerte, que no había vivido"



Arriesgar un abrazo da demasiado miedo

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