martes, 29 de octubre de 2013

Just killing time

Hay palabras y palabras, de rabia, de enfado, de euforia, de alegría, de dolor... Pero sin duda las peores son aquellas que nunca se dicen y que hacen falta, palabras que se reflejan en miradas que se lleva el viento.
No se escapó a tiempo del huracán, y lloró todas aquellas estrofas convertidas en polvo que tenía en su corazón. La escarcha de un adiós cubría su piel.
Poesía en las paredes, cuatro esquinas disfrazadas de barrotes, y versos surgiendo de sus pestañas cada vez que se sentaba a ver la lluvia sobre los cristales de sus venas.
Poco tenía ya que decir, el tiempo era una ficción, e intentaba no respirar para no ahogarse entre las nieblas de una nueva despedida. De poco sirven las palabras bonitas si no tienes quien las lea.
En un último rayo de esperanza, pidió a la luna que la convirtiese en mariposa, y allí, entre la primavera más oscura que nadie pueda recordar, lloró hasta ser de mármol.

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