martes, 29 de marzo de 2011

Dos de Octubre de 2010.

Hace viento. Calor. Viento, mucho viento y calor. Huele a quemado, pero se respira bien. Muy bien.
Me apetece cerrar los ojos. Se escucha el viento. Se escuchan los árboles. Las hojas vuelan. Todo se mueve.
No hay nadie en la calle. Lógico. Hoy es un día en el que apetece sentarse en el salón de tu casa y ver una película. Aunque yo querría hacer muchas más cosas.
Leería en mi habitación, pero sé que así me perderé el viento, el día que hace hoy, y no quiero. Leería bajo un árbol, entonces tendría ganas de cerrar los ojos, de dejar que el viento me de en la cara y que pase las páginas de mi libro sin más, pero estaría tan metida en la historia que no lo haría, porque quiero seguir leyendo.
Me gustaría cerrar los ojos y leer a la vez. No podría, claro está, y a pesar de que ya lo sabría de antemano, me enfadaría, me frustraría y volvería a casa.
También querría sacar fotos, porque en los días como hoy todo parece, y en el fondo, está más bonito. Lástima que en una foto no pueda sentirse el viento, lástima que no pueda darte en la cara, lástima que no puedan moverse los árboles. Lo malo de querer sacarle una foto a un día como hoy, es que no se refleja mucho en ella, y menos en una cámara como la mía.
Me llegan gotas de agua. Debería meterme en casa, pero, no quiero.
También escribiría. De hecho, lo hago. Sin duda es la mejor opción.
Un coche.
Si, escribir, porque viendo una película no me enteraría de lo que pasa fuera. Leyendo llegaría un momento en el que tampoco, podría ser que el viento me acompañara, pero tarde o temprano, dejaría de sentirlo, a no ser, que el libro no valiera la pena, y, en ese caso, supongo que dejaría de leer. Quizás tampoco estaría mal sacar fotos, pero al fin y al cabo, todo estaría demasiado quieto, y siento que puedo describir mucho mejor este dos de octubre escribiendo.
Las palabras, las frases, se me amontonan en la cabeza, para salir de repente todas juntas, y que un bolígrafo de tinta negra las deje grabadas en un folio. Quisiera decir muchas cosas, y siento que me quedo a la mitad.
Cierro los ojos. Viento. Calor. Respiro. Los vuelvo a abrir.
¿Qué es aquello que vuela? Parecen las páginas de un libro… Si. Lo son. Creo…creo que pone…el título… si. “Lo que el viento se llevó”.
Sonrío. Que oportuno.
Cierro los ojos. Apoyo la cabeza en el banco. Es de madera, está frío. Respiro. Viento. Calor. Sonidos.
Viento…

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