viernes, 16 de diciembre de 2011

Lloraba porque era una niña.


Tenía los ojos azules más bonitos que nadie había visto jamás. Grandes, oscuros y brillantes. Eran la furia del mar encerrada y libre a la vez. Pero también eran dulces. Dulces y cariñosos. El pelo rubio, largo hasta la cintura, ondulado. La piel blanca, como la nieve. Los labios rojos y la sonrisa rota. La niña de la sonrisa rota, como no, gracias al amor. ¿Gracias? Bueno...
Las historias decían de ella, que antes había tenido los ojos verdes, pero que habían cambiado al color de sus lágrimas, al color de su dolor. No era rojo, pues ella no odiaba. Solo amaba. Tampoco era negro, porque, al fin y al cabo, el negro era tranquilidad... Como le hubiese gustado entregarse a la oscuridad. Pero no podía. Ahí es donde entra el azul oscuro. La gente solía decir que era una niña fuerte, pero era mentira. No podía morir, solo sufrir.  De vez en cuando, aparecía alguna persona que le hacía dudarlo, que recomponía su sonrisa pero, en cuanto tenía ocasión, volvía a destrozarla en mil pedazos. Ella lo sabía. Todo era mentira.
Estaba echa para... ¿Para qué? Nadie la quería en realidad.
Y si, hoy la vi. Allí sentada en un portal, llorando, con el rimel corrido y las lágrimas cayendo por su piel blanca. Siempre creí que solo era una leyenda, pero allí estaba. Era una persona real. Y la vi, y lo sentí. Sentí el mayor dolor que jamás hubiese creído que existía. Fue, como si me atravesara una flecha, como si mi estómago se retorciese lentamente... Y lo entendí. Lloraba porque era una niña. Una niña que se hacía mayor. Y se hacía mayor de la manera más horrible, dándose cuenta de la verdad. Se daba cuenta de que todo por lo que luchaba, todo lo que creía, todo por lo que vivía, era una mentira. Que todo eran apariencias. Nadie amaba en realidad. El amor no existía. Ya se lo habían dicho, ya le habían advertido, pero nunca hacía caso. Se negaba a creerlo. Y ahora, lloraba, porque todo daba igual.
Ya nada valía la pena.


1 comentario:

  1. una historia bastante triste, un retrato de lo cruel de los pensamientos de una niña-mujer, al mirar la ilustracion senti en sus ojos su dolor.

    ResponderEliminar