martes, 18 de octubre de 2011

Rendición

Estaba en un bar, con los labios pintados de rojo y otro vaso de aquel whisky barato. Le dolía la cabeza y el mundo le daba vueltas. Todo era un asco. Nada valía la pena. Se terminó el vaso de un trago y pidió otro. No recordaba como había llegado hasta allí, el recuerdo de quién había sido la asaltó de repente. Una niña tonta. Una ilusa. ¿Luchar? ¿De qué servía? Al final todo había acabado mal. Sonrió. Mejor. No había gastado fuerzas y no había sufrido más de la cuenta. Ella ya no dependía de nadie más que del alcohol. Iba y venía sin ataduras, estaba con quién quería, donde quería. Hacía lo que quería, con quién quería. No, perdón, no hacía lo que quería, ni estaba con quién realmente lo deseaba, simplemente hacía lo único que podía hacer. Estaba sola, completamente sola, toda la compañía que tenía a parte de la bebida, duraba una simple noche.
Otro vaso más.
De pronto una canción empezó a sonar... "I just called... to say... i love you..." Y un recuerdo la asaltó. Estaba bailando con un chico alto, moreno. Ella sonreía y cantaba aquella canción de película. A él le daba la risa, la hacía girar sobre si misma, le abrazaba y sin ningún aviso se ponía a hacerle cosquillas. Ella reía y reía sin parar mientras intentaba liberarse, pero no lo conseguía. Al final él paró, sus labios se acercaron y...
Bebió lo que le quedaba y con un grito de rabia, lanzó el vaso contra la pared. Nadie se giró a mirarla, nadie prestó atención a la lluvia de cristales que caía sobre ella, porque allí eran todos iguales. Allí, todos habían renunciado a la vida, todos se habían rendido.
Ella se levantó, tambaleándose y salió de aquel sitio. La canción la ponía nerviosa. Cada vez todo le daba más y más vueltas, decidió ir hasta aquel lugar, donde años atrás, solía ir a contemplar el mundo y a escribir.
Pensó en lo diferente que estaba, en todo lo que había sido mientras ascendía despacio por aquella calle. Tropezó, se le calló un tacón y cayó al suelo. La cabeza estaba a punto de estallarle, y vomitó. Se apoyó contra la pared de una casa, sucia. Tenía las medias rotas, las manos y las rodillas llenas de sangre... supuso que su cara seguiría igual. Volvió a sentir ganas de vomitar, pero se contuvo y se levantó. Se quitó los zapatos y los tiró en una esquina. Despacio se fue acercando hacia aquel muro. Miró hacia abajo... qué alto estaba. Y de repente un trozo de lo que había sido volvió a ella y pensó "La vida, si no tienes motivos por los que luchar, si no tienes nada... no vale la pena vivirla"
"I just called... to say... I love you"
Se subió al muro, sonrió, dijo adiós y...
saltó.

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